Estuve pensando sobre lo insatisfechos que muchas veces nos sentimos los seres humanos con nuestras propias vidas y me dí cuenta que, por paradójico que suene, nosotros mismos somos los que hemos elegido estar donde estamos y aún así, no nos sentimos plenos. Probablemente esto pase porque en el camino tomamos malas decisiones que nos pesan hasta el día de hoy o porque simplemente las cosas no se nos dieron como hubiésemos esperado. Sea como sea nuestro caso, creo que lo importante de esto no es centrarnos en lo infelices que somos y lamentarnos a diario por esto, sino que más bien hay que enfocarse en aprender a encontrar nuestra propia felicidad.
¡¡¡Las pinzas!!! Pensarán ustedes, porque no estoy diciendo nada nuevo. Sin embargo, creo que lo nuevo está en el planteamiento que les quiero hacer para encontrar la propia felicidad.
Me dí cuenta que lo más difícil es lidiar con uno mismo, soportarse día a día con nuestros defectos, frustraciones, emocionalidades y genio que a veces realmente no lo toleramos ni nosotros mismos. Es por eso que cuando tenemos un mal día o amanecemos de mal humor o estamos tristes, enrabiados o nostálgicos, buscamos la felicidad en un “otro”, que puede ser una persona o algo material.