lunes, 21 de julio de 2014

#FOREVERALONE 9: GRACIAS

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"Cuando la llamaba agobiada, cogía el teléfono en plena noche y me consolaba con unos gruñidos muy amables y me acompañó en mi investigación de los motivos de mi tristeza. Durante muchísimo tiempo vivió mi tristeza casi en cuerpo propio. Después de cada sesión la llamaba para darle un informe de todo lo sucedido en la consulta del psicólogo y ella interrumpía lo que estuviera haciendo y decía: 'Ah… eso aclara el tema bastante'. Aclara el tema para las dos, para ella también claro."

Ahora que comienzo a sentirme mejor, que comienzo a dar unos primeros pasos de seguridad, que he decidido darle una oportunidad al mundo de conocerme, es inevitable pensar en todas las personas que han estado ahí para acompañarme en este proceso.

Confieso que no siempre me he sentido una mujer afortunada y ahora que sí lo siento (hace ya un par de años), me digo: "DioR, ¿cómo es que estuve tan ciega?". Sin duda, Dios hace maravillas en nosotros y, así como nos llena de dificultades, también nos colma de buenos augurios para celebrar. No es novedad para muchos que lo he pasado pésimo este último mes, algunos lo han podido vivir, otros lo han podido leer, otros solo lo han podido visualizar... pero "no hay mal que cien años dure, ni mujer que lo soporte". Gracias a Dios y a la vida me siento mucho mejor. No sé si encontré la paz interior, es algo que aún debo trabajar, pero es una maravilla poder levantarse en la mañana, con mucho sueño, sin ganas de seguir la maratón de lloriqueo. Y como dijo mi terapeuta: ¡Ey! eres escritora y tienes mucho más por escribir.

Quiero agradecer profundamente a mi hermana, Isabel Margarita, que hace a las veces de Mejor amiga "ever" (aunque no lo crean, uno puede no ser amigo de sus hermanos), por estar ahí siempre, sintiendo en cuerpo y alma cada dolor vivido, por darme el primer abrazo cuando volví a casa, por llorar con hipo conmigo, por ordenar mis pensamientos cuando sentí la necesidad de morir en el mar de desastres mentales, por no soltarme la mano, por entregarme la mejor terapia del mundo la "Dometerapia" (mi sobrino maravilloso y sus besos exquisitos con baba y su lenguaje dipi-dipi) y por empezar a reírse de a poco conmigo. Nos hemos sanado alma. Gracias, porque he confiado, ciegamente, en lo que me escribiste en esa carta a los 16 años (cuando quizás yo estaba más mal enfocada). "No me interesa si no confías en mi cuando te digo que pronto saldrá el sol, me conformo con saberlo yo, sé que saldrá para ti". No hay certeza más noble y pura que el profundo amor y admiración que tengo. Te amo mucho.

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