"Me encantaría decir que estaba tranquila y en actitud zen, pero no era así. Alguna que otra noche, en pleno ataque de furia, di una paliza a mi sofá con un bate de beisbol"
La etapa de shock ha pasado, definitivamente, se acabaron las exigencias por todos lados (laborales y estudiantiles). De pronto, me veo obligada a decidir que haré de mi día, ya no tengo nada con que cumplir, más que conmigo misma. Confieso que si no fuera porque vivo con mis papás otra vez, es altamente probable que no me levantara, quizás tampoco comería.
Han sido días difíciles, desde el lunes empecé a sentir mucha angustia y con el término del módulo 1 de Álgebra llegaron también los dolores de la fibromialgia (esos que había logrado derribar hace casi 2 años). Me siento frustrada en esplendor, no solamente he echado a perder mi vida amorosa, mi vida profesional/laboral y económica, si no que además me duele todo.
Por otro lado, siento que estoy piteada (traumada) en varios aspectos. Me cuesta mucho aceptar ayuda, a no ser que yo misma la haya buscado (terapia, meditación), me cuesta mucho escuchar lo que me quieren decir sin poner límites (ok, hablamos de esto y de esto, pero no me preguntes por...). Por otro lado, me siento culpable de cosas que no sé si yo provoqué y, en función de eso, me ha costado armar nuevos lazos desde la confianza. A veces me da la impresión que dañaré a todo el mundo, ando a la defensiva, evitando más conflictos.
Me desconozco, es que nunca me había enfrentado a esta "yo". Hace casi 15 años que no estoy sola, de verdad. Es cierto, llevo poco tiempo, y aún no puedo cantar victoria; sin embargo, siento que esta vez es distinto, que debo parar por el bien mío y casi que por el bien de la sociedad. ¡Eso! ¡Eso es! Me siento casi "un peligro público" y no es que mis habilidades "embaucadoras/conquistadoras" ya no funcionen, es que siento que he amado y dañado tanto a la vez.
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