Muchas veces me he preguntado si tengo mala suerte con los hombres o simplemente elijo mal. De verdad, ya parece chiste viejo y muy repetido. Todo empieza maravillosamente, se desarrolla más o menos de la misma forma y termina igual. And next!, así también con el que sigue, y el que sigue, y el que sigue… Es como el cuento de nunca acabar.
Pero lo cierto es que a esta altura de mi vida, me siento agotada. Y eso me lleva a cuestionar, qué es lo que hace que termine siempre enredándome tan fácilmente con los hombres equivocados. Si, esos machos, que si bien cuando aparecen, aparentan ser distintos a los anteriores, pero que finalmente evolucionan (o involucionan) de la misma manera.
Me puse a hacer una lista de las cosas que me producía estar con ellos, para descubrir el factor común y luego de mucho pensar, llegué a la siguiente conclusión: lo que más me gusta de los nuevos amores es la adrenalina que me hacen sentir al comenzar el proceso de conquista y pensar que eso es eterno. Así es, soy una adicta al revoloteo de mariposas, a las sorpresas, a esa ansiedad propia de cada espera por un nuevo encuentro.
El problema es que con los meses, eso se va perdiendo. Ya no es todo tan maravilloso, ni tan fantástico, y en vez de emociones comienza a tomar protagonismo mi cabeza. ¿Es el lo que realmente quiero en mi vida? Y así vuelvo al comienzo, NEXT.
El tema es que hay que aprender que el deslumbramiento es un estado, y éste no es permanente. Llega el minuto en que necesariamente se debe pasar a otra etapa, y es lo normal. Es la idea de cada relación, ir descubriendo la felicidad en sí misma, en situaciones cotidianas, en la rutina que va marcando el día a día. Claro, que para hacerlo y disfrutarlo plenamente sin sentir que se perdió la magia, tienes que haber dado con el hombre correcto, el que fue hecho a tu medida.
Si tu eres de las mujeres, que como yo, pones tus expectativas en lo externo, y vives cada relación como si fuera la última, y con la eterna necesidad de ilusionarte cada segundo a su lado, buscando la adrenalina inmediata en la otra persona, probablemente te cueste encontrar esa otra mitad, cayendo siempre en una mala elección.
Yo, personalmente, no puedo darles recetas de cómo elegir bien a una pareja (creánme, estoy muy lejos de ser una experta); pero si puedo contarles que el proceso de buscarla y encontrarla parte mucho antes. Y no tiene que ver con esa persona sino con nostras mismas. Debemos previo a todo descubrir nuestra propia felicidad interna, que lejos de ser un proceso tortuoso, a mi me ha sorprendido muchísimo. Tenemos que ‘poner los huevitos en nuestra canasta’ sin la necesidad de externalizarlo, o encargarle esta responsibildad a otra persona. Nosotras somos las que estamos a cargo de nuestra vida. Y si somos felices con ella, aún estando solas, es un muy buen indicio, de que la felicidad de a dos está al alcance de nuestra mano.
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