Si alguna leyó la columna de Gonzalo Barrera “Por qué los hombres prefieren salir solos”, y se quedó con las ganas de replicar una y mil cosas… amigas, yo les hago ese favor. Esto no quedará así. No, no, no.
Sábado, tres y media de la mañana, te sientes cansada porque trabajaste toda la semana como siempre. Tempranito fuiste a hacer las compras del mes; por la tarde te paseaste por dos cumpleaños distintos, llevando a los niños a festejar con sus amigos; en la tarde noche, corriste a dejarlos a la casa de tu hermana, para el pijama party de tu sobrino, y aún así te armasate de valor y energía porque iban a salir con tu marido. Sí, estabas feliz, cansada, pero feliz; por fin tendrías una noche de carrete con el gordo y quizás, donde los llevaría la buena onda, luego de tan anhelada contertulia.
Te arreglaste más que jarrón chino, hiciste un espacio en tu agenda semanal para comprar pilchas nuevas y para ir a la peluquería por un look renovado junto a una necesaria full depilación primaveral. Viviste cada día, imaginando la tan anhelada noche con tu media naranja.
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