Si eres de aquellas mujeres que son incondicionales con un hombre y ése hombre siempre decide irse con otra, entonces eres una mujer trampolín.
Si eres de las que se ocupan del más mínimo detalle, que la camisa esté bien planchada, que no tenga doble línea, que los calcetines le combinen con el pantalón; esa mujer que le deja la ropa doblada antes de salir de la ducha, que le arma el panorama del fin de semana, que acomoda sus propios horarios a los pocos y escasos tiempos que tiene él, porque se la lleva en reuniones y en “eventos” que son más importantes que cualquier cosa, incluyéndote a ti.
Si eres de aquellas que nunca causa problemas, que calla y espera, y espera, y espera y sigue esperando, hasta que él decide marcharse con otra, entonces eres una mujer trampolín.
Todo lo que él es actualmente en la vida, es gracias a ti. Fuiste tú la que le ayudó a salir de la Universidad, la que se pasó días y noches leyéndole la tesis y corrigiendo su ortografía y redacción, la que estuvo semanas ayudándolo a preparar el examen de grado; la que le cambió la pinta para que pudiese encontrar trabajo cuando nadie le abría las puertas, la que le arregló el currículum, la que le hizo el listado de correos electrónicos de las posibles empresas en donde podrían contratarlo. Fuiste su principal porrista, lo alentaste frente a cada proyecto e idea que se le ocurrió, estuviste ahí, al pie del cañón, en sus éxitos, pero sobretodo en sus fracasos, fuiste su leal compañera, dejaste tu vida, por vivir la de él.
No hay comentarios:
Publicar un comentario