Por @P0ps_ desde Santiago, Chile.
El buen Samaritano es aquel hombre caído del cielo, es un oasis en medio del desierto, es una Coca Cola helada en la playa más calurosa, es todo lo que necesitas cuando te has pasado la vida de ególatra en ególatra. Si, mujeres, aún quedan almas generosas y bondadosas en este mundo. Gracias a DioR.
Después de haberte arrastrado en el suelo por cuanto pastel has encontrado, después de haber llorado como María Magdalena por un cualquiera, después de todo eso, ¡mereces lo mejor! Y es ahí cuando te encuentras a esta alma caritativa, generosa y bondadosa. Ese al que le pareces rica, incluso sin maquillaje, con buzo y siete kilos de más; ese que te adula hasta en tus ojerosas mañanas, que te cuida, te protege, pero que, por sobretodo, cumple tus deseos cual genio de lámpara mágica.
Es aquel que se preocupa por ti, que te atiende, te cocina, te saca a pasear al perrito, te lleva desayuno a la cama, ve el canal que tú quieres en la televisión, te compra las revistas que te gustan, te acompaña al mall, te lleva a la peluquería, sale a correr contigo los domingos a las nueve de la mañana, se levanta en la noche cuando te dan antojos de helado. Es ese hombre que te soluciona todo lo cotidiano, que está pendiente del detalle, de la sorpresa; él parece tu agenda, hasta te recuerda lo que tienes que hacer; nunca está cansado, te demuestra miles de veces que tú y sólo tú eres todo para él. Él es una de las diez maravillas del mundo; una raza tan escasa que hasta deberían declararlo Patrimonio de la Humanidad.
Perseverante como él solo, aunque no le des la hora; no pierde oportunidad, es jugado al máximo, arrastrado cual babosa en verano, es de esos hombres bueeeeeeenoooos, pero buenos como dicen por ahí.
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